sábado, 14 de junio de 2014

AMIGAS DE SIEMPRE, REGALOS Y MANUALIDADES

Esta ha sido una semana que más bien parecía un sudoku. Yo tengo la sensación de que pasa eso siempre que los niños tienen clase solo a las mañanas, se empieza a oler el verano, el trabajo se acelera porque en seguida vamos a estar de vacaciones y tiene que quedarse todo cerrado. Ion ha tenido que estar 2 días en Madrid, se amontonan las fiestas de fin de curso del colegio, de las extraescolares, de... Yo uno de los días tenía la sensación de que mi jornada, sobre todo laboral, era una ginkana y tenía que ir consiguiendo puntos, llegando puntual a reuniones que me habían puesto en los sitios más lejanos del anterior posible, con cosas que explicar completamente diferentes en cada una, muchos datos, mucha prisa... Y la casa llena de adolescentes cuando llegué a comer, deseando quitarme las lentillas, los tacones y derrumbarme 20 mn en el sofá.

Pero nada de eso importa, porque en mi horizonte más cercano, el viernes (osea, ayer) tenía una cena con mis amigas de toda la vida. Siempre he dicho que las amigas de siempre son, posiblemente, una de las mejores cosas que te puede dar la vida. Te ríes con ellas como si otra vez tuvieras 16, tienes recuerdos comunes, felices en general, sientes que todo es más sencillo (y que tu marido y tu hija mayor estén a la vez en otra cena con sus respectivos amigos de siempre, es un punto positivo más, porque sabes que también ellos están durante un momento en su pequeña burbuja feliz).


El caso es que celebrábamos dos cumpleaños (el mío y el de Raquel Sanz). Llevábamos celebrándolo juntas desde los 14 años (y tampoco hace falta que os pongais a sacar la cuenta porque, como me dijo Irai el otro día "Mamá, se que tienes 800.000 años, pero parece que tienes 14`3"). Lo celebramos tarde porque no habíamos conseguido coincidir las 6 a la vez en todo el mes de mayo; es lo que tiene ir haciéndose mayor, que la agenda va creciendo como la de una ministra sin cartera. Nos lanzamos a comprar los regalos. Lo de siempre. Las típicas discusiones que si esta vez te toca a tí, si yo tengo que trabajar a esa hora, pues mis hijos tienen un cumpleaños y yo no puedo quedar y asimilados. Es un clásico, como la polémica del cartel de San Fermín, si no hubiera tensión a la hora de comprar los regalos, no seríamos nosotras. 

Me regalaron un vestido con pinceladas verdes, veraniego, precioso (os cuelgo la foto en cuanto me lo pruebe) y unos pendientes pintados de "Runa", una tienda maravillosa que está en la calle Comedias, en Pamplona. Os recomiendo, en serio, que vayais a verla porque os enamoraréis de absolutamente todo, florido, idilico, chic y un puntito retro.


Y a Raquel, un anillo de Pandora que sabíamos que le gustaba desde hacía tiempo y, cómo no, una manualidad que le hicimos entre Ilia y yo.


Queríamos hacerle un marco de fotos con su nombre. Ilia quería que fuera una nube rosa para que la colgara en su cuarto y, al final, nos quedó así. A ver si os gusta


A Raquel, por supuesto, le encantó y hoy le ha dicho a Ilia que hace que su ventana sea mucho más bonita y, lo que es más importante, que cuando lo mira le entren ganas de sonreír. Ilia se ha quedado encantada de haber conseguido eso.


Una noche estupenda. Un placer de la vida. Para repetir durante muchos muchos muchos años.

La semana que viene tenemos bastantes cosas que contaros. Permaneced atentos porque entre nuestras entradas va a haber grandes y preciosas noticias. Espero haber creado algo de intriga...

Feliz sábado

No hay comentarios:

Publicar un comentario