Reconozco
que soy curiosa por naturaleza. Me gusta probar las cosas nuevas y esta, desde
luego, era una cosa muy nueva. Hace unas semanas leí que en Zuhaitz Etxeak http://biscaia.cabanesalsarbres.com/es habían construido unos carromatos
zíngaros y que se podían reservar. Además, proponían un pack con spa ecológico.
Lo reservé sin dudarlo ni un momento.
Me pareció una idea maravillosa y
super romántica.
Hasta que se lo conté a Ion. A él
también le pareció una idea original, pero no del mismo tipo de “original” que
a mí. Realmente su frase fue: “Qué daño están haciendo los bonos de descuentos
de internet a las parejas…”. Me propuse traerle a casa, después de la escapada
diciendo que había sido una idea maravillosa, digna de una guía de viajes
gourmet y que estaba deseando repetir. Lo cierto es que no lo conseguí (y confieso que, si me llega a proponer que repitiéramos seguramente hubiera tenido que inventarme una pulmonía
o unas fiebres tifoideas que me impidieran pasar en aquel sitio un solo día más).
El caso es que ayer, viernes, dejamos a los niños con
su abuela en cuanto Ion salió de trabajar.
Comimos en http://www.korostondo.com/ una casa de comidas de Otxandio. Un menú impresionante: 40 primeros, 40 segundos y alrededor de 20 postres a 9`50 € si lo acompañas eskillarapeko, 11 € con tinto crianza y 13 € con reserva. Pedimos reserva y nos dijeron que el vino crianza estaba saliendo mejor. AL final, comimos ensalada de colas de cigala, alubias rojas, bacalao a la vizcaina, cochinillo a la brasa, cuajada y tarta de naranja con un tinto maravillosamente rico. Con café todo por 24 €.
Y de ahí nos fuimos a los carromatos zíngaros....
El sitio es inolvidable. Aunque eso,
que a priori siempre me ha sonado bien, en este caso no es bueno. Yo soy feliz
en casi cualquier sitio del mundo, me gusta probar sitios, experiencias,
viajes, comidas, vinos, situaciones, manualidades, experiencias, chistes y demás. Pero Zuhaitz Etxeak no dá opción. El
terreno está sin asfaltar. Rústico, dirán algunos. No.
Sencillamente, no les ha dado tiempo ni de hacer un mínimo camino antes de
abrir y, claro, aquello es Vizcaya, no el caribe, así que cuando llueve el
barrizal que se forma resulta impresionante.
Eso sería un inconveniente sin
mayores problemas a no ser porque el baño está “a tomar por culo” del
carromato. Nos reímos bastante, la verdad, pero a las 12 de la noche ir a hacer
un pis saltando los charcos, corriendo entre el barro, y llegar y encontrarte
un lavabo con moho por debajo y que el baño-ducha no tiene techo porque lo utilizan para
almacenar ruedas de tractor y tela aislante… pues te hace recordar todas las
películas sobre “Viernes 13” que has visto en tu vida.
Están empezando, así que los detalles
son constantes: Ion pidió para cenar confit de pato y le trajeron bacalao, yo había pedido de postre coulant de chocolate y me trajeron gosua, que estaba bien. Bastante rica. Pero no era lo que yo había pedido. Para desayunar nos dijeron que los que íbamos "con bonos de venta masiva" podían pedir de todo excepto zumo de naranja. "Solo melocotón o piña" recalcó varias veces la chica que nos atendió. Nos pareció un poco absurdo y le preguntamos si teníamos que pagar un suplemento. Como si fueran una tabla excel nos dijeron que "eso no era posible". Al final, en la cesta que nos trajeron venían dos zumos de naranja; no sabemos si se habían confundido o es que habían cambiado de idea.
Y el spa.... Lo del spa era innenarrable. Spa Ecológico, decía el cartel. Pack románico, decía el bono que compramos. La realidad era que tenían una tinaja de madera sin tratar que calentaban con madera y, por eso de que hacía viento, había una humareda como de hoguera de san juan que no te dejaba ni siquiera ver el agua (turbia), lo cual en el fondo era un consuelo. Después de meter un pie (solo uno) decidí no hacer uso de este servicio.... Me daba como grimica.
El carromato por dentro era bonito. Impracticable. Sin baño. Sin armario. Co un colchón tan duro que apostaría lo que fuera a que debajo tenían un tablón. Salimos corriendo de allí, a las 9 de la
mañana. Deseando llegar a casa para poder ducharnos. Tardamos tanto solo porque yo convencí a Ion de que huír en medio de la noche quedaba un poco feo (La madre y la hija del carromato de al lado lo hicieron. Lo juro).
No hay comentarios:
Publicar un comentario