lunes, 12 de mayo de 2014

CUMPLEAÑOS VIKINGO


Hace unos días, Irai me preguntó:
-Mamá... ¿yo qué día nací?
-El 11 de mayo.
Me miró muy pero que muy sorprendido y me contestó:
-¡¡Qué casualidad!! El mismo día de mi cumpleaños.

Sí, es cierto. El cumpleaños de nuestro pequeño vikingo cae siempre, casualmente, el mismo día en que nació. Rarezas que tenemos en esta familia. Eso sí, parirle resultó mucho menos complicado que organizar la fiesta de cada año. Al cole ya no se pueden llevar unos sugus, como nos ponían a nosotras nuestras madres, sino que hay que hacer un bizcocho enorme para que almuercen los 25 niños y satélites (menos mal que de eso se encarga Iruña que le salen ricos y no necesita comprar en la tienda la masa ya preparada para hornear, como hacía yo) más 25 bolsitas de papel con una flor de goma eva de purpurina que hace las veces de cierre, para repartir con algo de gracia los palotes y las chocolatinas de moneda de toda la santa vida. Además, no olvidarse las servilletas, la vela con el número 5, el cuchillo para cortar la tarta, el chocolate para los profesores... Hay Fiestas de la Rosa en Mónaco que requieren menos planificación.


Y eso solo son los previos, porque todo el mundo sabe que la clave de bóveda de cualquier cumpleaños de un hijo es la merendola de ese día. Ayer decidimos volver a lo tradicional. Es decir, menos experimentos y más mediasnoches con jamón o chorizo, sandwiches de nutella, gusanitos naranjas hasta reventar, aceitunas como si no hubiera un mañana, patatas fritas, kas de naranja... Para mi que aquello tenía un aire a party infantil ochentera pero la creatividad, a veces está muy sobrevalorada (y sobre todo si te has tirado con tu chico todo el fin de semana recogiendo la casa para que nadie pueda descubrir nuestro peligroso Diógenes de familia numerosa).



Después de la entrega masiva de regalos (que parecía que nuestros familiares y amigas habían despoblado todas las tiendas de juguetes de la ciudad para abastecer a Irai) y de la merendola, tocaba piñata. Las piñatas siempre son un éxito, a no ser que el vecino del 3º (también de 5 años) decida investigar el mecanismo del artilugio una hora antes de que empiecen a llegar los invitados. Al final, Ion MacGyver solucionó la cosa poniendo una bolsa de cartón de las de Zara dentro, colocando las grandes cartulinas con dibujos y colgando cintitas de colores para que los niños pudieran romper la base. Yo, a veces, flipo con este hombre. Con los nervios que a mí se me habían puesto cuando descubrí el destrozo del último momento.



Lo de meter confetti con las chuches tal vez no fue la idea más lograda de la tarde. Creo que vamos a tener papelillos de colores rondando por la casa hasta el final de los tiempos, independientemente de escobas, aspiradoras y demás armas de destrucción masiva. 

Después, Irai sopló las velas con esa sensación del trabajo bien hecho que suelen tener algunos chicos delante de sus amigos, mirando para los lados para que le jalearamos por su hazaña. 


Ahí, por fin los mayores ya respiramos tranquilos, dejamos que los monstruitos camparan por sus anchas y arrasaran el planeta si hacía falta, mientras nosotros nos sentábamos a picotear, comer cebollas caramelizadas y guiso de conejo con caracoles (Ion tiene tanta mano en la cocina que, cuando la hace él, hasta la comida de rancho parece de la sección "Mundo Gourmet"). Todo, por supuesto, regado con vinos ricos. Tengo que destacar el Frizzante de http://www.palaciodebornos.com/B-vinos.htm; un verdejo de 5`5 º que trajeron mis amigas porque acaba de salir al mercado y es un vino fresco, alegre, ligeramente dulce, muy muy festivo.

En conclusión, fue una celebración de cumpleaños estupenda. Niños y mayores disfrutando del momento y poniéndonos coronas y gafas de cartón (de eso es casi mejor que me ahorre las fotos). 

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